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Triunfo ideológico de la derecha
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MIGUEL ÁNGEL FERRER


Ya en las postrimerías del infausto sexenio de Vicente Fox, la derecha hizo realidad uno de sus más caros anhelos. De un plumazo borró del calendario cívico la conmemoración del inicio de la Revolución Mexicana.

Habrá quien diga, y no le faltará razón, que Fox decidió eliminar el 20 de Noviembre del almanaque de las celebraciones patrióticas en virtud de una circunstancia política desfavorable para la derecha, cual es la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador como Presidente Legítimo de México en esa misma fecha y en el mismísimo Zócalo de la ciudad de México, escenario tradicional del desfile conmemorativo de la gesta revolucionaria. Esto es verdad, pero es puramente anecdótico.

Lo esencial es que la derecha dio un paso adelante, ciertamente simbólico, pero muy significativo, en su combate histórico contra la revolución que le arrancó muchos de los fueros y privilegios que hoy pugna por recobrar. O que, en algunos casos, ya ha recobrado con el panismo en Los Pinos.

Porque independientemente del carácter ideológico ultrarreaccionario bien conocido del panismo, no debe olvidarse el hecho histórico de que el Partido Acción Nacional (PAN) fue fundado en 1939, sólo un año después de la expropiación petrolera y del auge de los grandes repartos agrarios, precisamente para oponerse a las políticas del cardenismo, expresión máxima del proceso revolucionario de 1910-1917.

La derecha, desde luego, entiende que la eliminación del 20 de Noviembre del calendario cívico puede parecer otro acto de debilidad del panfoxismo. Pero para la reacción este es un costo menor comparado con el enorme beneficio que en la lucha ideológica implica la supresión, en el catálogo de las efemérides patrióticas, de una fecha emblemática de la ideología nacionalista, revolucionaria y laica.

Este triunfo simbólico acaso le dará alas a la derecha clerical para un poco más adelante repetir el acto de eliminación de efemérides patrióticas y revolucionarias. Quizá pronto veamos a la derecha clerical demandar que el 21 de marzo, natalicio de Benito Juárez, el revolucionario que logró la separación de iglesia y estado, pase sólo a ser la celebración de la primavera. Y similar peligro de eliminación corre el 16 de septiembre, la fiesta patriótica por excelencia.

Tal vez pronto la derecha se anime a pedir que la fiesta cívica nacional sea, como quería José Vasconcelos, el natalicio del genocida extremeño Hernán Cortés. O que el 19 de junio de 1867, fecha del fusilamiento de Maximiliano de Habsburgo en el Cerro de las Campanas, pase a convertirse en el día de la patria.

www.miguerlangelferrer-mentor.com.mx
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